Inflación y política monetaria
La inflación en Chile continúa mostrando señales de moderación. A mayo de 2025, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) acumula una variación anual de 4,1%, descendiendo desde el 4,7% registrado en febrero. La inflación subyacente (sin alimentos ni energía) se mantiene cercana al 3,8%. Esta trayectoria a la baja ha permitido al Banco Central mantener la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 5%, aunque en su Reunión de Política Monetaria de mayo ya se discutió la posibilidad de un recorte en el segundo semestre, en caso de que las presiones inflacionarias continúen cediendo.
Parte de la moderación se explica por la reciente apreciación del peso chileno, la baja del precio del petróleo (que en mayo cayó a ~US$64 por barril) y una desaceleración generalizada de la inflación de bienes. No obstante, las tarifas eléctricas continúan ajustándose al alza debido al retiro gradual de los subsidios implementados durante la pandemia.
Actividad económica y mercado laboral
La economía chilena mostró señales mixtas en los primeros meses del año. El Imacec de marzo creció 1,9% anual, mientras que el de abril mostró una variación de 2,1%, confirmando un crecimiento moderado pero estable. La proyección del Banco Central para el PIB 2025 se mantiene en un rango entre 1,75% y 2,75%, con un punto medio de 2,2%.
La minería, particularmente el cobre, ha sostenido la actividad con precios cercanos a US$4,35 la libra, apoyado por una recuperación en la demanda industrial global. El turismo sigue siendo otro pilar de crecimiento, impulsado por un aumento sostenido en la llegada de visitantes extranjeros, especialmente desde Brasil y Europa.
En contraste, la inversión privada sigue débil. La formación bruta de capital fijo acumuló una caída de 1,2% en el primer trimestre de 2025. La incertidumbre regulatoria y el costo del crédito siguen pesando sobre las decisiones de inversión, especialmente en construcción e infraestructura.
El desempleo se mantiene alto, en torno al 8,6% según la última medición del INE (trimestre móvil feb-abr 2025), con una creación neta de empleos muy acotada. La participación laboral ha crecido, pero el ritmo de absorción del mercado no ha sido suficiente.
Mercado financiero
El entorno financiero chileno presenta señales de estabilidad, aunque con desafíos persistentes. La demanda por créditos sigue debilitada. La Encuesta de Crédito Bancario del segundo trimestre indica que un 20% de los bancos percibe menor demanda en créditos de consumo y vivienda, mientras que las condiciones de otorgamiento permanecen sin grandes cambios.
En el mercado hipotecario, las tasas siguen elevadas (en torno al 5,5% anual para créditos a 20 años), lo que limita significativamente la elegibilidad: sólo un 16% de los hogares califica actualmente para un crédito hipotecario. El segmento PyME ha experimentado un leve aumento en la demanda de financiamiento, pero con estándares crediticios más estrictos, sobre todo para sectores como la construcción.
En cuanto a los mercados financieros, la Bolsa de Santiago ha mantenido su tendencia alcista: el IPSA acumula un alza de más de 11% en lo que va de 2025, impulsado por las exportadoras y el mejor tipo de cambio. El peso chileno se ha apreciado cerca de un 6% respecto al dólar desde febrero, favorecido por los precios del cobre y la entrada de capitales de portafolio. Esta dinámica ha contribuido a frenar parte de la inflación importada.
Contexto internacional
A nivel global, el escenario sigue siendo mixto. Estados Unidos mostró una contracción de -0,2% en el primer trimestre de 2025 y mantiene su tasa de interés en 4,25–4,50%. El mercado anticipa uno o dos recortes hacia fines de año, lo que ha reducido la presión sobre las monedas emergentes. El dólar global se ha debilitado levemente, lo que ha beneficiado a monedas como el peso chileno.
Las tensiones comerciales con China y otros países continúan, pero no han escalado significativamente. El fallo judicial de abril que bloqueó nuevos aranceles fue apelado, y se espera una resolución en el segundo semestre. Los commodities han tenido un comportamiento mixto: mientras el cobre se mantiene fuerte, el petróleo ha retrocedido cerca de un 8% desde enero, lo que ha contribuido a una moderación de los precios energéticos.
En Sudamérica, el alza de los precios de materias primas como litio y soja ha mejorado las cuentas externas de varios países, pero la inestabilidad política en economías clave (como Argentina y Perú) sigue generando volatilidad. Chile, por su parte, ha mantenido estabilidad macroeconómica, lo que le ha permitido seguir captando inversiones financieras en renta fija y variable.
Conclusiones y proyecciones
Chile transita por un año de crecimiento moderado, con inflación en retroceso y un mercado laboral aún frágil. Las proyecciones apuntan a una inflación cerrando el año por debajo del 4% y a un PIB creciendo en torno al 2–2,5%. Si bien el consumo privado y la inversión muestran señales tenues de recuperación, la actividad externa (cobre y turismo) sigue siendo el principal soporte del crecimiento.
El mercado financiero ofrece oportunidades puntuales: las acciones han rendido bien y podrían seguir beneficiándose si las tasas bajan levemente hacia fines de año. Sin embargo, las tasas reales siguen siendo bajas o negativas, por lo que los depósitos tradicionales pierden atractivo. Para inversionistas, la recomendación es diversificar, monitorear los riesgos externos y mantenerse atentos a señales de recorte de tasas o estímulos fiscales adicionales.
En el mercado inmobiliario, quienes cuenten con financiamiento pueden encontrar buenas oportunidades de compra en un entorno de precios a la baja. Para desarrolladores, sin embargo, el escenario seguirá siendo complejo al menos durante el resto de 2025. Las ventas siguen deprimidas, y la recuperación de la demanda será lenta mientras no mejoren significativamente el ingreso y el acceso al crédito.
En suma, el contexto económico chileno se mantiene en fase de ajuste. Los fundamentos macroeconómicos son sólidos y la estabilidad institucional sigue siendo un ancla clave, pero los riesgos externos –políticas comerciales globales, condiciones financieras internacionales y precio de los commodities– continúan siendo relevantes. Las decisiones estratégicas en los sectores financiero e inmobiliario deben seguir considerando un entorno volátil y cauteloso.